Rosario, Sede de una Cumbre Mundial de la Escuela Austríaca

Los seguidores de Von Hayek se reúnen en la ciudad. Un congreso internacional reunirá en la UNR a los referentes de esta corriente de pensamiento económico.

Por Victoria Arrabal

Economistas de todo el mundo participarán a fin de mes en Rosario del congreso internacional «La escuela austríaca en el siglo XXI», que reunirá a los más destacados seguidores de la corriente de pensamiento fundada por Carl Menger, Ludwig von Mises y Friedrich von Hayek.

La agenda, interesante y punzante en tiempos en que el neokeynesianismo se declama como discurso económico oficial, promete un alto nivel académico. Disertarán Richard Ebeling (Foundation for Economic Education), Ricardo Rojas (Fundación Hayek), Gabriel Zanotti (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas) y destacados especialistas de instituciones como La Sorbona y Stanford.

El evento está organizado por las fundaciones Bases y Hayek, y se realizará los días 28, 29 y 30 de septiembre en la sede de gobierno de la UNR, Maipú 1065. Está dirigido a estudiantes, docentes y graduados de las áreas de economía, humanidades y ciencias sociales, y pretende echar luz sobre la obra de los fundadores de esta escuela, de Carl Menger a Israel Kirzner, pasando por Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Murray Rothbard.

Según explicó Federico Fernández, presidente de la Fundación Bases, la falta de respuestas de las teorías clásicas ante diversos fenómenos económicos promovieron la búsqueda hacia otras corrientes de pensamiento. Por eso, dijo, un gran número de jóvenes investigadores se interesan cada vez más en los aportes de la escuela austríaca de economía, dada «la riqueza explicativa que exhibe frente a otras alternativas».

Uno de los aspectos en que se diferencia esta corriente de otras más conocidas y difundidas es que «nunca va a pretender predecir el comportamiento humano con exactitud matemática, ni mucho menos apoyándose en funciones o modelos determinados empíricamente, luego de una observación fragmentada de ciertos hechos, ni mediante modelos sobresimplificados y que difícilmente pueden servir para construir una teoría que explique adecuadamente la realidad», sostiene Fernández.

Según el economista, el problema es que desde mediados del siglo XX, lo que se conoce como «mainstream economics» se fue apartando de lo que fue el estudio de la economía desde el tiempo de los griegos, luego de los escolásticos y los clásicos. Es decir, una ciencia social en la que interviene el actuar humano, complejo, difícilmente predecible con exactitud y una enorme cantidad de variables que lo sitúan en el campo de los fenómenos altamente complejos.

El valor subjetivo

La escuela austríaca afirma que el valor de los bienes proviene de su utilidad apreciada subjetivamente, así como de su situación de escasez, imperfectamente conocida por los agentes económicos y por ende, también apreciada subjetivamente. Según explica Fernández, en esto tiene un gran parecido al pensamiento de algunos de los doctores de la iglesia del período escolástico, como la Escuela de Salamanca, que con sus aportes destruyeron la idea proveniente de los griegos, del valor justo, del valor objetivo de los bienes.

«El concepto de valor objetivo que luego también fue adoptado por Ricardo y por el materialismo dialéctico no puede de ninguna manera explicar las ganancias y las pérdidas, ni por qué surgen ni cómo se asignan», afirma el economista y agrega: «La teoría subjetiva del valor de los austríacos no sólo explica adecuadamente esta cuestión, sino que además permite entender el rol del empresario en la sociedad, la forma en que se asignan los recursos y la soberanía de los consumidores en una economía libre de interferencias autoritarias».

Esto último permite, además, construir una teoría del interés que explica el rol de la tecnología, de la acumulación de ahorros y los determinantes del crecimiento. Según Fernández, el único punto de esta teoría económica que no se discute contemporáneamente sea la del valor. «Hoy en ningún ámbito académico serio se tienen dudas sobre este aspecto porque ante las preguntas ¿cómo se explica el valor de los bienes? y ¿cuáles son los determinantes últimos, eficientes, del valor de un bien?, la respuesta unánime es la teoría de la utilidad marginal», dijo. Esta fue formulada en 1871 por tres autores: Carl Menger, William Stanley Jevons y León Walras y es precisamente Menger el fundador de la escuela austríaca.

Otro concepto que distingue claramente a los austríacos es la consideración del tiempo como medio de acción. «Lo único conocido es el pasado, el futuro es incierto y a medida que pasa el tiempo y más eventos y acciones quedan en el pasado conocido, el conocimiento cambia», afirma la investigadora de la Fundación Atlas para una sociedad libre, Verena Wachnitz.

«Este análisis implica que todas las acciones son especulativas en cierta medida y es en este sentido que el tiempo es un medio de acción. De la misma manera en que los desequilibrios monetarios afectan a todos los mercados, los desequilibrios intertemporales afectan a todas las acciones. La tasa de interés, vista como el precio del tiempo, deriva su existencia de las preferencias temporales de los individuos y es de esencial importancia para los procesos productivos, pues todos ellos involucran al tiempo. Cuando la tasa de interés deja de ser un indicador confiable de las preferencias temporales de la gente, como sucede ante una expansión de la oferta monetaria, el resultado será una descoordinación que afectará a todas las actividades productivas», sostiene en su investigación sobre el resurgimiento de la escuela austríaca de economía.

En frente de Keynes

La mayor atención hacia este enfoque en los últimos años puede explicarse, según Fernández, «por el fracaso del pensamiento keynesiano en los 70 y la falta de respuestas para explicar el fenómeno inflacionario, la destrucción de la moneda, la imposibilidad de crecer sin una apertura y desregulación de la economía». El economista sostiene que, en esos años, varias escuelas formularon teorías compatibles con el pensamiento austríaco. A modo de ejemplo, señala la coincidencia de parte del pensamiento monetarista de las escuelas que se basan en las instituciones como la de «Law & Economics», es decir la de la interacción del derecho con la economía, e incluso la de las «Expectativas Racionales». También hay coincidencias con los economistas «del lado de la oferta», es decir los «supply sidders».

En la actualidad son partidarios de este modelo investigadores y profesores en instituciones de la talla de la New York University, el Hillsdale College, la Universidad de Friburgo, la London School of Economics y la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas de Buenos Aires, primer instituto de posgrados en economía del país.

* Publicado el en el diario La Capital, de Rosario, el domingo 17 de septiembre de 2006.

http://www.lacapital.com.ar/2006/09/17/economia/noticia_326793.shtml

¿Qué está pasando en la economía norteamericana?

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La teoría austriaca del ciclo económico desarrollada por Ludwig von Mises y el premio Nóbel de 1974 Friedrich A. von Hayek enseña que las causas de las fluctuaciones económicas son causadas en última instancia por la expansión crediticia. Es cierto como argumentan los keynesianos que en el corto plazo puede obtenerse algún efecto real y positivo sobre el empleo y la producción, pero en el largo plazo el mismo se revierte llevando a la economía a una grave crisis económica que culmina con una fuerte depresión. La conclusión última de dicha teoría es que la gravedad de la crisis sólo dependerá de la cantidad de dinero que se haya “inyectado” en la economía.

En pocas palabras, lo que la teoría enseña es que debemos diferenciar el efecto de corto plazo caracterizado como un boom, del efecto de largo plazo, caracterizado como un bust. En el primer caso, a la mayor liquidez y al rápido descenso en la tasa de interés le sigue una mayor inversión, un incremento en el valor de las acciones, la creación de fuentes de trabajo y un incremento en el salario nominal. Pero en algún momento se detiene el ritmo de crecimiento de la expansión crediticia, lo que da lugar a un bust. En pocas palabras, sube la tasa de interés y con ello, cae la bolsa, la inversión, el empleo y el salario real.

La especulación desenfrenada que caracterizó al primer período se hace evidente cuando los errores de inversión al que dio lugar la excesiva oferta monetaria se detiene o incluso desacelera su ritmo de crecimiento. Por supuesto la autoridad monetaria puede continuar con una nueva política crediticia expansiva, pero esto sólo agrandará aun más el problema, llevando luego a una crisis y depresión mayor.

Los casos de aplicación de esta teoría son cuantiosos, pero como veremos se siguen repitiendo. Quizás el más conocido sea el de la gran depresión de los años 1930, cuando luego de una expansión crediticia monumental en los años 1920, el crash de 1929 demostró los problemas que la expansión crediticia siempre ocasiona. Lo mismo ocurrió en Japón, país que desde 1989 sufre un estancamiento brutal al cual no le puede encontrar salida. La mismísima economía norteamericana quizás sea el último ejemplo. En los años 2001/2002 el presidente George Bush (h) tuvo que afrontar una estrepitosa caída de la bolsa (7 billones de dólares en el valor accionario de Wall Street), luego de que salieran a la luz los nefastos efectos provocados por la expansión crediticia de Clinton y Greenspan en los años 1990. Numerosos analistas sostienen que Estados Unidos aun hoy no logró recuperarse de esta depresión, punto que analizaremos brevemente en este artículo.

Norteamérica hoy: Los hechos empíricos

Alan Greenspan ha presidido la Reserva Federal de los Estados Unidos desde 1987 hasta 2005. Lo hizo bajo las presidencias de Ronald Reagan, de George W. Bush, de Bill Clinton y de George Bush (h), lo que le ha dado un prestigio fenomenal en la historia de la institución. Para algunos Greenspan ha sido un mago en el arte de la política monetaria; para otros, Greenspan ha sido el responsable máximo de las crisis monetarias que el mundo ha experimentado durante las últimas dos décadas, y aún de las que sobrevendrán. Un profundo estudio de los acontecimiento nos llevaría a demostrar que la segunda perspectiva es más cercana a la verdad que la primera, pero no es el objeto ahondar en este punto.

Por una cuestión de espacio, aquí nos limitaremos únicamente al presente “ciclo económico” que la economía norteamericana enfrenta, lo que nos lleva a estudiar el período 2001-2006.

Luego de la gran depresión que la economía norteamericana vivió en 2001/2002 y previo a abandonar su banca, Alan Greespan se vio forzado a reducir la tasa de interés como nunca antes lo había hecho durante sus 18 años de gestión. Para evitar una recesión profunda que hubiese destruido toda su reputación, Greenspan se vio obligado a reducir la tasa de interés 11 veces consecutivas, llevándolo al nivel más bajo de la historia, esto es al 1 %. Cualquier analista podrá comprender bajo este contexto que la tasa de interés real en Estados Unidos era negativa, considerando que la inflación anual era mayor que la tasa de interés nominal. Bajo este contexto, la inversión se recuperó y momentáneamente la economía emprendió un sinuoso camino de crecimiento. Greenspan dejó el cargo en 2005 y fue reemplazado por su mano derecha, Ben Bernanke. El nuevo presidente de la Reserva Federal supo y sabe de la responsabilidad y el enorme desafío que le ha tocado afrontar.

En otras palabras, debemos argumentar que la única causa de la 17ma suba consecutiva en la tasa de interés de corto plazo en los últimos dos años ha sido evitar el “riesgo inflacionario” y permitir lo que numerosos analistas llaman un “aterrizaje suave” de la economía norteamericana. La tasa de interés de corto plazo abandonó así el 1 % vigente bajo el gobierno de Greenspan para pasar a un 5,25 % en la actualidad.

Las consecuencias están a la vista: En el segundo trimestre del año, la economía de los Estados Unidos creció sólo el 2,5% anual, una expansión que es menos de la mitad del 5,6% del primer trimestre del año. Al mismo tiempo, el nivel de inflación del período abril—junio fue de casi 3% anual, aun descontados los volátiles precios de alimentos y combustibles. Según subrayó el Comité Federal de Mercado Abierto, en el comunicado que acompaña las decisiones de política monetaria, la inflación núcleo, neta de alimentos y petróleo “fue más elevada que las previsiones en los últimos meses.” Por supuesto esto no es todo. La burbuja inmobiliaria también refleja un claro indicio del nuevo ciclo económico. Como sostiene el Comité Federal de Mercado Abierto, “el crecimiento de la economía se está desacelerando a un ritmo más sostenible en el marco de un enfriamiento del mercado inmobiliario, alzas de tasas de interés y de precios energéticos.”

La única luz en el fondo de este oscuro camino lo representa el incremento de la productividad, que le sigue dando un respiro a la economía norteamericana. Dicho incremento contuvo el aumento del costo laboral y así las expectativas de inflación quedan momentáneamente contenidas.

Lo que se viene

Es sumamente difícil pronosticar plazos para los efectos reales que la teoría austriaca del ciclo económico predice, pero estos efectos se harán realidad en el corto o mediano plazo. Como la misma explica, no cabe solucionar el problema, sólo cabe prevenirlo. Una vez inmersos en la crisis sólo cabe permitir que el reajuste necesario de anteriores errores de inversión tenga lugar y acomode la estructura de precios relativos a las realidades económicas subyacentes.

En otras palabras, la Reserva Federal debiera renunciar a continuar con su intervención en la tasa de interés “inyectando” dinero en la economía. Sea que tome la decisión de ampliar el crédito, de contraerlo o incluso de mantenerlo estable, la política monetaria será necesariamente errónea, puesto que la misma no es el fruto de lo que el mercado determina, sino de lo que el presidente de la autoridad monetaria requiere.

El principal enemigo de la economía norteamericana no es Bin Laden y el resto de los terroristas, ni tampoco empresas como Enron y World Com a través de sus fraudes contables. El principal enemigo al que se debe contener es la Reserva Federal.

Conclusión

Pero cabe concluir el artículo con algunas preguntas. ¿Qué implicancias tendrá una potencial crisis originada en Norteamérica en el resto del mundo? Mucho se habla de las consecuencias en los países emergentes. Pero, ¿qué ocurrirá con la Unión Europea? ¿Podrá la nueva unión afrontar este potencial episodio sin pasar sobresaltos? La mejor performance del euro sobre el dólar es un primer elemento que indicaría una respuesta afirmativa. La fortaleza de la economía europea global, ahora competitiva con la economía norteamericana, es otro de estos elementos que permitan soñar con un desenlace diferente de aquel de los años 1930.

Una primera respuesta parece ser entonces afirmativa, lo que debiera despertar el interés de los analistas en profundizar estos estudios. No es un tema menor que los episodios que sobrevendrán en el corto/ mediano plazo podrían provocar un cambio radical en el orden económico mundial.

* El autor es economista e investigador de la Fundación Friedrich A. von Hayek

Artículo publicado en:

El Instituo Ecuatoriano de Economía Política (IEEP),

http://www.ieep.org.ec/index.php?option=com_content&task=view&id=347&Itemid=9

en LatinLiber,

http://www.latinliber.com/Articulos/articulo.asp?Id=371

en la Fundación Atlas 1853,

http://www.atlas.org.ar/Articulos/articulos.asp?Id=6931

en Cuba Matinal,

http://www.cubamatinal.com/Noticia.cfm?NoticiaID=540

 

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